Todo termina invariablemente mal
Desde El Furia al Panelista, con escala en el Ángel, La Doctora y el Poeta Impopular. Argentina, un sentimiento, en quiebra permanente, excedido en la tendencia hacia el default serial.
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Javier Milei, presidente de la Argentina. (Foto: CEDOC/Perfil)
Escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial para JorgeAsisDigital.com
Estrategia policial de la Ficha Limpia
Lo más positivo de Néstor Kirchner, El Furia, fue haber aliviado transitoriamente a la Argentina del calvario del Fondo Monetario Internacional.
La persistente vocación de auditoría signa el estado de dependencia total.
El Furia puso suficientes miles de millones de dólares de frente para adquirir la libertad de acción.
Para que los burócratas le permitieran maniobrar tranquilo, sin justificar siquiera si se compraba un pancho.
Sin que le perturbaran las tergiversaciones de los números que de pronto le pertenecían.
Números propios. De la casa. Desastre efectivo, pero para consumo personal.
Lo negativo distó de ser la sucesión de corrupciones cinematográficas que facilitaron la estrategia policial de la Ficha Limpia.
Tampoco fue haber generado la administración caótica, complementada por la insolencia de morirse.
Fatalidad que su viuda, La Doctora, desde la presidencia, interpretó de manera equivocada.
Debía aprovechar la memoria utilitaria para amontonar las culpas.
En cambio, La Doctora permitió el diseño de la fábula romántica del Nestornauta.
Aventura ficcional encarada por los cincuentones espirituales de La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Para modelar al Furia como el máximo ejemplo de patriotismo civil.
Como superior estadista con el atributo de la magnanimidad.
Con los amontonamientos de las Fichas Limpias hoy se acorrala a La Doctora. Tratada como “chorra” o “jefa de la banda”.
Por no haber acertado en la interpretación del legado cultural del “compañero de vida”.
Por su estilo recaudatorio, El Furia provocó la publicación de libros detractores, iniciados con “La marroquinería política”.
La triada
Lo peor del kirchnerismo fue haber desperdiciado la oportunidad de integrarse al ALCA.
Cuando la diplomacia de Estados Unidos estaba golpeada, servida, casi rendida.
Entonces El Furia estaba inflamado de latinoamericanismo trucho y prefirió deslizarse por la chabacanería populista de la conjura contra “el pesado del barrio”. El imperio.
Para asociarse en Mar del Plata con el bolivariano Chávez, Velasco Ferrero, y con el camarada Lula.
A los efectos de humillar a George Bush junior e instalar la consigna “ALCA ALCA al Carajo”.
La triada Kirchner-Lula-Chávez desperdició la última oportunidad de América Latina para agigantar el mercado, desde Ushuaia hasta Alaska. Pero los patoteros de la triada optaron por la facilidad de insultar a Bush con Diego Maradona, en la algarabía de la kermesse financiada por Chávez, que iba a cometer demasiado pronto el mismo error de Kirchner.
La insolencia de morirse, cuando tampoco le correspondía.
El Ángel, Trump, El Poeta Impopular
El costado positivo de Kirchner iba a ser ferozmente estropeado por Mauricio, El Ángel Exterminador.
Cuando la versión de entonces del ministro Toto Caputo necesitaba cubrir la catastrófica situación del déficit y decidieron volver al infierno tentador del Fondo.
Bastó con la ayuda fraternal de Donald Trump, que había asumido la presidencia del país más poderoso del universo por primera vez.
Ocurría que Trump conocía a Mauricio desde que era un joven seductor que se ganaba recatados miles de dólares con los servicios regulares para Franco, su padre, el Macri que valía.
Había que recurrir al Fondo para que Mauricio ganara las elecciones que iba, en efecto, a perder.
Los peronistas volvieron justamente al poder con la invención de Alberto Fernández, El Poeta Impopular, y con La Doctora, la inventora, de vice. En cuatro años de pandemia no pudieron entenderse con los burócratas que nunca los perdonaron.
La Argentina como sentimiento
Quien planifica encargarse del legado negativo de Kirchner es Javier Milei, el Panelista de Intratables que sucedió al extinguido Poeta Impopular.
Milei se jacta de ser tan de derecha salvaje como Trump. Infinitamente más reaccionario que el Ángel Exterminador.
En efecto, en el afecto y en la consideración de Trump, el extremista de la derecha que no aprendió nada, se concentra la plausible solución de la Argentina que depende, otra vez, del Fondo.
Institución que necesita cobrar para extender el espectáculo deplorable de la dominación.
Para la ilusión de cobrar debe encararse entonces otro acuerdo.
Cuesta convencer a los burócratas sobre la necesidad de implementarlo.
“Argentina es un sentimiento”, sostenía el filósofo Víctor Massuh.
Un sentimiento en quiebra permanente, excedido en la tendencia hacia el default serial.
Un sentimiento con dirigentes relativamente simpáticos que “ya la hicieron”.
O que se encuentran en el camino ascendente de «hacerla».
Aunque carentes de credibilidad para los burócratas que comanda la señora Kristalina Georgieva, que está en cada visita más cariñosa.
Incluso Kristalina se le cuelga al Panelista cuando lo abraza delante de los fotógrafos que multiplican el explícito gesto de ternura.
En el abrazo se percibe al Panelista que procura salvarse.
Y a Kristalina, que necesita permanecer en Washington, para continuar como la gran dama excelentemente posicionada y no volver pronto a radicarse en la opacidad de la Bulgaria gris.
La potencia que nunca fue
Por los arrebatos impulsivos de Trump, con Mauricio y el Toto se volvió al tormento del calvario.
Pero la nueva versión de Trump es incluso peor que la anterior.
Aunque el Panelista comparte con Trump la utopía perdida de la batalla cultural.
Pretende que la Argentina sentimental sea rescatada nuevamente con el cuento indemne de zafar del default.
Para que la idea del futuro venturoso vuelva milagrosamente.
A los efectos de delirar con la fantasía de volver a ser la potencia que nunca fue.
En Argentina todo termina invariablemente mal.
Cómo terminó el kirchnerismo, acorralado por el hostigamiento de las Fichas Limpias.
Cómo se diluyó el gradualismo del Tercer Gobierno Radical de Mauricio.
O como se diluye en la letanía el escorado Poeta Impopular.
Y cómo próximamente podrá terminar también el Panelista, que picó su propio boleto en Davos con la equivocada batalla cultural.
Que consolidó, por último, la irremediable hecatombe personal con la improvisación del tuit condenable por lo innecesario, en el frágil contexto financiero para especialistas, que por “no estar interiorizado” le cuesta tanto comprender.