Jueves 21 de noviembre de 2024
22 MAY 2024 - 12:56 | Sociedad
Efemérides

Expedición Atlantis: a 40 años de la proeza capitaneada por el dolorense Alfredo Barragán

El 22 de mayo de 1984 cinco muchachos emprendieron una increíble travesía en una balsa de troncos sin timón con la que cruzaron el Océano Atlántico.

Los 5 aventureros tenían como objetivo reproducir el viaje de los antiguos habitantes de África hacia América.

Cinco muchachos de unos 25 años. Una balsa de troncos. Cincuenta y dos días de travesía. Tres mil doscientas millas náuticas equivalentes a cinco mil kilómetros. Todo el Océano Atlántico alrededor, con sus furias y sus bellezas. Una película que vieron millones de personas. Un libro álbum de una calidad exquisita. Cientos de charlas, entrevistas, programas de televisión. Escuelas bautizadas con su nombre. 

Todo esto no es más que un resumen poco riguroso de lo que fue la Expedición Atlantis, una asombrosa iniciativa que buscó reproducir el viaje que miles de años atrás podrían haber realizado nuestros antepasados desde África hasta América. 

Porque hoy, a 40 años exactos del inicio del viaje, la aventura gestada en Dolores –como gusta remarcar su capitán, Alfredo Barragán– terminó siendo mucho más que lo que se propuso junto con Jorge Iriberri, Horacio Giaccaglia, Félix Arrieta y Daniel Sánchez Magariños. Es todo lo que puede sintetizarse y referirse a partir de su lema: “Que el hombre sepa que el hombre puede”. 

El 22 de mayo de 1984 fue botada al agua la balsa Atlantis, construida con troncos de manera artesanal, sin elementos metálicos, buscando reproducir las condiciones de 3.500 años atrás, para corroborar que parte del poblamiento de Sudamérica provenía del continente africano. 

Sin timón y sólo con una radio y un equipo de filmación como marca de los tiempos contemporáneos, la balsa navegó a merced de las corrientes y llegó el 12 de julio de ese año a Venezuela. 

Hoy dos monumentos gemelos, erigidos en Mar del Plata y Dolores, reproducen en metal la vela de la Atlantis, que muestra el sol y la rosa de los vientos, como símbolo de la aventura romántica, del impulso de conocimiento y de las empresas desinteresadas.