FaceApp: la aplicación que permite “cambiar de género” viene con algunas alarmantes sorpresas
Por qué la popular aplicación rusa que es furor por estos días está en la mira a raíz de su controvertida política de privacidad.
Ya es casi una costumbre que el éxito repentino de una aplicación derive, unas horas o días después, en un cuestionamiento a las nunca bien visibles ni accesibles políticas de privacidad que emplea la empresa que creó la App. Acaso el último caso sea el de FaceApp, la popular aplicación de la empresa rusa Wireless Lab, que gracias a una reciente actualización permite transformar –mediante técnicas de deepfake–el género de un rostro con un sorprendente realismo.
Sin embargo, los expertos han alertado sobre la controvertida política de privacidad de la aplicación; algo que debe aceptarse como requisito imprescindible para utilizar la aplicación y que esconde algunas inquietantes sorpresas. De esta manera, y tras instalar la aplicación en el móvil, debe consentirse una política de privacidad que fue actualizada el pasado 4 de junio y que contiene unos requisitos de los que no todo el mundo es consciente. Entre ellos, el usuario tiene que aceptar que el sistema registre la IP del dispositivo y, lo que resulta más preocupante, la página web que se ha visitado antes de utilizar su sistema, según consignó el diario español El País.
El momento de ocio y chanzas disfrutando de los cambios en las fotos paga su peaje también cuando descubrimos que se acepta tácitamente que FaceApp registre buena parte de nuestra “actividad online”. En un apartado al efecto, el servicio advierte que registrará “las páginas visitadas, tiempo y duración de los accesos”, y lo peor del asunto es que se acepta que esta información sea cedida a “terceras partes”. No puede decirse que las cláusulas de privacidad de FaceApp sean confusas, sino que explican claramente que se comercia con los datos, siempre anonimizados, según explican y que posteriormente son vendidos a terceros.
Cláusulas que ameritan revisarse
No es la primera vez que FaceApp es noticia por este motivo: en 2019 sus creadores se vieron envueltos en una polémica similar, tras la cual se vieron desbordados ante el aluvión de usuarios que demandaba borrar su rastro de los servidores. El principal problema de este tipo de aplicaciones gratuitas es doble: por un lado y al ser gratuitas, prácticamente todas obtienen un rendimiento de explotar los datos del usuario; por otro lado, quien quiera disfrutar de este tipo de apps debe aceptar, casi a ciegas, sus políticas de privacidad. Una vez que se aceptan, ya no hay vuelta atrás salvo que se ejerzan los derechos en materia de privacidad.
“Se puede comprobar el nivel de privacidad de una aplicación antes de instalarla”, explicó a El País, Daniel Creus, analista de seguridad de Kaspersky, que recomienda visitar servicios que recopilan las políticas de privacidad como AppCensus. En cualquier caso, debe asumirse que un servicio gratuito —pese a que FaceApp cuenta con una opción de pago— obtendrá rendimiento de los datos del usuario, algo que “de por sí, no tiene por qué ser negativo siempre y cuando seamos conscientes de ello y la política de privacidad sea transparente”, explica Creus.
Más preocupado se muestra Fernando Suárez, presidente del Consejo General de Colegios de Ingeniería Informática de España, quien advierte que ceder estos datos a ciegas es como “vender el alma al diablo”. Este experto advierte sobre la gravedad en la falta de conciencia general sobre la privacidad de los datos y recuerda que “al publicar datos en internet, perdemos por completo el control sobre los mismos”. Pero las redes sociales y “triunfar” en ellas con contenido atractivo y diferente es una tentación demasiado irresistible para muchos que minimizan los riesgos. “Nuestra vanidad supera nuestro sentido común y cedemos nuestra imagen, ya no solo en redes sociales, sino con empresas que usan técnicas de Inteligencia Artificial para su procesamiento y asociado a incontables datos sobre nuestra privacidad”.