Viernes 22 de noviembre de 2024
28 MAY 2017 - 16:00 | Sociedad

Del heavy metal en La Costa a sacerdote en Dolores

Oriundo del Partido de La Costa, Maximiliano Turri es un popular cura en Dolores. Su carisma con los jóvenes ha incorporado feligreses. La historia desconocida.

Maximiliano Turri tiene 40 años, desde hace 12 años es sacerdote y desde hace tres años y tres meses es el párroco de Nuestra Señora de los Dolores. En la charla con el semanario ENTRELÍNEAS la pregunta sale inevitable: ¿Cómo es que un pibe oriundo de San Bernardo terminó de cura?... “Maxi” se sonríe y responde: “Es lo que me pregunto yo y es lo que se preguntan allá en La Costa”, pero después empieza su relato, que comienza con un bautismo tardío, a los 18 años.

“La Costa, en mi época de juventud, era distinta. Ni mejor ni peor, distinta. Uno tiene la posibilidad de conocer mucho, hacer experiencia... Y cuando vos hacés experiencia te podés ir dando cuenta de que hay algo que no termina de cerrar en tu vida”, explica.

Y esa búsqueda es, entiende el Padre Turri, el fondo: “El sentido, descubrirle la dimensión trascendente que la vida tiene y que toda la oferta del mundo no te termina de convencer, confirmar o regalar”.

“En ese contexto apareció una pregunta existencial, que es el sentido de la vida. Y ahí nada me alcanzaba. Ahí nace la fe... Y en esa búsqueda de la fe apareció un modo de vivirla que termina siendo la vida sacerdotal”, confiesa. Su historia es la de un pibe que “a los 18 años, con el pelo largo, me gustaba el heavy metal, estudiaba el profesorado de educación física en Mar del Plata... No tenía nada que ver con la iglesia”.

¿Cuándo comenzó el cambio? “Mis padres tuvieron una experiencia fuerte de fe y ahí empieza un poco el proceso... Mi mamá me preguntó si me quería bautizar y yo no tenía ni idea. Yo nunca me crié en un contexto adverso a la fe: no era un paisaje habitual en mi familia ir a misa, mi padre laburante, albañil, clase media... pero no anticlerical”, explica. “A los 18 años recibí el llamado a ser bautizado y ahí comenzó un camino”. Maxi sintetiza su elección diciendo: “A mí nadie me dio tanta adrenalina como Jesucristo y su evangelio”.

“Escuchaba heavy metal, así que la adrenalina era una sed que yo tenía. Pero nada me dio más adrenalina que este estilo de vida, que precisamente no tiene ningún tipo de seguridad humana, que no tiene ninguna garantía de nada, sino que es pura confianza, pura entrega y esa lógica del servicio que te hace encontrar una razón para vivir”, explica con pasión. “Ahí encontré el sentido, el sentido que ninguna otra oferta me había dado”, asegura con su mirada clara.