Verano del 2001. En el exclusivo balneario de Cariló uno de los encargados de un complejo de cabañas llamaba a la puerta de una de las habitaciones pero los huéspedes no respondían. Decidió entrar y encontró en la mesa restos de comida y una botella de vino caro. En el cuarto, sin embargo, estaba lo peor: los cuerpos del financista Mariano Perel y su esposa Rosa, los dos con un tiro en la nuca. Con ellos había dos pistolas y dos vainas servidas. Perel estaba acostado boca abajo; a su lado había una pistola Walther PPK calibre 7.65 y una Glock. Había también una nota que decía “Soy un gringo colaborador del Citibank. Fui asesinado por no pagar el rescate del Citigroup”. El disco de su computadora había sido borrado.
El caso estalló en todos los medios. Se tejieron múltiples versiones, que incluían desde el homicidio seguido de suicidio a otras versiones más relacionadas con la política y la economía del país. Homicidio, redes económicas y políticas fueron parte de las hipótesis que se tejieron, en una causa en la que la investigación fue fluctuando.
Perel había sido síndico de Alcatel, la empresa francesa de comunicaciones en tiempos de la liquidación de la telefónica estatal Entel. La justicia detectó en ese momento la existencia de pagarés mellizos y trillizos, algunos a favor de esa compañía, con los cuales se sospechaba habían pagado coimas a funcionarios durante el proceso de privatización.
En una carta que apareció en los primeros tiempos, el propio Perel contaba sus relaciones como director del Banco Mercurio, cuyas operaciones eran investigadas por lavado de dinero, operaciones de evasión fiscal y una serie de desfalcos financieros. Mencionaba sus contactos dentro de la SIDE de los años 90, dirigida por Hugo Anzorreguy, el contrabando de equipos para ese organismo o su participación en espionaje a funcionarios cubanos. "Es posible que hagan aparecer que me estoy suicidando", decía allí.
Sin embargo, veinte años después, nada se sabe de la muerte de Mariano y Rosa Perel. Tan es así que el fiscal de Dolores Diego Bensi, decidió archivar la causa y en la resolución entendió que no encontró pruebas suficientes para afirmar la participación de un tercero en las muertes.
Para Benzi, a pesar de todas las tareas investigativas hechas en su momento no fue posible reconstruir con certeza la forma en que se produjeron los disparos. Lo más importante, quién los realizó. Para el fiscal no es posible establecer ni siquiera que los haya matado un tercero, porque la causa desde 2007 no tuvo ningún movimiento.
Sin móvil a la vista y luego de que se siguieran diferentes pistas sobre diferentes posibilidades, para Benzi está agotada la investigación y por eso decidió cerrar una de las causas más famosas de los tribunales de Dolores.
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