Partido de La Costa: las historias de dos parejas que decidieron cambiar de vida y eligieron Santa Teresita para vivir
En su edición de hoy el Diario el Día de La Plata cuenta dos historias de jóvenes que eligieron Santa Teresita para proyectar su vida familiar.
Alejarse de las grandes ciudades, vivir en contacto con la naturaleza es una tendencia y una elección de vida para muchas familias, que han decidido mudarse a distintas localidades de la Costa Atlántica.
Esta decisión quedó reflejada en los resultados del último Censo Nacional, que arrojó que los distritos de la Costa Atlántica incrementaron su población en comparación con otros destinos del país.
Son ejemplo de este crecimiento, Pinamar que paso de tener 25.728 habitantes en 2010 a 40.259 en el 2022, lo que implicó un crecimiento del 56,4%. En Mar Chiquita pasó algo similar, de los 21.279 pobladores que fueron censados en el 2010 pasaron a ser 33.284 el año pasado, mientras que en el partido de La Costa en los últimos 12 años los residentes pasaron de ser 69.633 a 102.836, un incremento del 47,6%.
Este fenómeno comenzó tras la pandemia, ante las posibilidades que generó el "home office", una herramienta que permite comenzar una nueva vida alejada de las grandes ciudades sin perder su puesto de trabajo.
En su edición de hoy, el Diario el Día relata dos historias que reflejan está iniciativa de "volver al pueblo", o "iniciar una nueva vida en ciudades más tranquilas".
Romina y Nicolás, son dos profesionales graduados de la UNLP que tras más de una década viviendo en La Plata y Buenos Aires decidieron establecerse en Santa Teresita a donde llegaron hace un año y medio junto a Amanda, su pequeña beba de por entonces 8 meses.
“Siempre planeamos formar una familia y que crezcan en la tranquilidad de un pueblo, como nos pasó a nosotros en nuestra infancia”, explicó Romina. Ella es oriunda de Santa Teresita pero en 2004 dejó su lugar y a sus seres queridos para instalarse en La Plata en donde se recibió de Licenciada en Economía. Su pareja, Nicolás, nació en San Miguel del Monte y en 2001 arribó a la ciudad para estudiar bioquímica. En 2013, una vez finalizado su paso por la universidad, ambos se mudaron a al barrio porteño de Nuñez a donde vivieron hasta antes de retornar a la ciudad de Romina.
Volver al pueblo para estar cerca de su familia fue un proyecto que siempre estuvo latente, pero lo que terminó de darles el empujón que necesitaban para tomar la decisión fue el nacimiento de Amanda. “Nos era muy amigable la idea de que nuestros hijos se críen en un pueblo, con el plus de estar cerca de sus abuelos”, expresó Romina al medio platense.
También Paula y Mariano decidieron dejar Capital Federal en plena cuarentena. “Nos vinimos de Villa Urquiza en Septiembre del 2020”, contó Paula desde su casa en Santa Teresita, ciudad natal de su marido y en la que residen desde ese entonces con Clara, su hija de tres años.
“La verdad es que nos planteamos un cambio rotundo de vida, allá vivíamos en un departamento, la pandemia nos encerró mucho y nos pareció que era un buen momento para volver al pueblo, para que nuestra hija crezca como el lo había hecho. Rodeada de naturaleza y con parte de la familia viviendo acá, para compartir y crecer”, relató al Diario el Día.