De las maestras que importó Sarmiento a la docencia de hoy: cifras y estadísticas del desafío de seguir enseñando
Entre 1869 y 1895, un Sarmiento contrató 61 maestras norteamericanas para fundar el sistema educativo argentino. Cuántos docentes hay hoy en el país y cuál es su situación.
Que el 11 de septiembre se celebra el día del maestro lo sabemos todos. Y también que esta fecha está impuesta en homenaje a Domingo F. Sarmiento, también. Pero ¿cuál fue el origen de la relación entre Sarmiento y las primeras maestras y cuántos agentes tiene hoy el sistema educativo nacional iniciado a fines del siglo XIX?
En 1845, Sarmiento viaja a Estados Unidos y conoce al gran pedagogo Horace Mann. Queda obnubilado por su visión de la educación que tratará de imponer en el país que se está formando. Veinte años después, convertido en ministro plenipotenciario, vuelve a ese país dispuesto a poner en marcha su plan . Mann había fallecido pero contó con la inestimable ayuda de su viuda, Mary, para iniciar el proyecto de contratar maestras norteamericanas para que en la Argentina formaran a los encargados de iniciar el sistema educativo que cuajará en la ley 1420 de enseñanza laica, gratuita y obligatoria.
Entre 1869 y 1898 llegaron al país 61 maestras, reclutadas por Mary Mann, para fundar las escuelas normales del interior del país, la primera de las cuales será la de Paraná y la de Dolores, una de ellas. Una de las posibles candidatas –que finalmente no viajó- fue precisamente Louise M. Alcott, la autora de la famosísima novela Mujercitas, lectura obligada de la adolescencia de otros tiempos que últimamente ha tenido un resurgimiento a partir de nuevas lecturas feministas.
Los requisitos exigidos a las postulantes a viajar al sur del continente eran ser solteras, “de aspecto atractivo, maestras normales, jóvenes pero con experiencia docente, de buena familia, conducta y morales irreprochables y, en lo posible, entusiastas y que hicieran gimnasia”, según una carta que Sarmiento le envió a Mary Mann.
Más allá de todas las críticas –incluyendo las económicas- que se hicieron y se hacen al proyecto de Sarmiento, “la llegada de las maestras estadounidenses profesionalizó o consolidó la enseñanza como instrumento de las mujeres para forjar su independencia”, señala Laura Ramos en su excelente libro Las señoritas. Historia de las maestras que Sarmiento trajo a la Argentina en el siglo XIX. Parte fundamental de este proyecto fue Juana Manso quien “insertó la lucha feminista en la búsqueda de un modelo de país”. Y así la docencia fue un campo de pelea para las mujeres.
Las maestras de Sarmiento trabajaron en Azul, Buenos Aires, Catamarca, Concepción del Uruguay, Córdoba, Corrientes, Jujuy, La Rioja, Mercedes, Paraná, Rosario, San Juan, San Nicolás y Tucumán. Si bien la Escuela Normal de Dolores es de 1888, ninguna de ellas estuvo destinada a esta ciudad.
¿Y ahora?
Si bien las estadísticas en nuestro país son escasas, un informe producido en 2019 por el Observatorio Argentinos por la Educación –que tiene en sus filas al pedagogo Mariano Narodowsky-, indica que antes de la pandemia había en el país 1.423.408 docentes, lo que implicaba un aumento de 4,7% con respecto al último censo docente de 2014. En la provincia de Buenos Aires, la estimación llega a 482.664 agentes, casi cuatro veces más que la jurisdicción que la sigue, CABA. Esto lo convierte en el sistema educativo más grande no sólo del país sino mayor al de muchos países latinoamericanos.
Estos docentes, según el mismo Observatorio, cobran un salario un 50 % menor que muchas de las actividades que registra la Encuesta Permanente de Hogares: es el caso de los trabajadores con titulación equivalente dedicados a actividades financieras, suministro de electricidad y gas, actividades inmobiliarias, administración pública y defensa, entre otras.
Si bien son muchos los y las docentes que eligen la profesión aun en este marco de desigualdad, la importancia de un salario competitivo como una herramienta necesaria para atraer y retener a los mejores candidatos en la profesión es destacada siempre tanto desde el sector gremial como el académico.
Algo que hizo Sarmiento cuando les ofreció a las maestras norteamericanas un sueldo entre 100 y 190 pesos oro, más del doble de lo que cobraban en Seattle. Aunque no es bueno romantizar esta parte de la historia porque, al mismo tiempo los docentes criollos recibían salarios notablemente inferiores: un profesor de dibujo, anatomía, francés o música cobraba entre 30 y 50 pesos. Y esto también fue motivo de conflicto y de rechazo a la aventura de colonizar el país con maestras.
De todos modos, y más allá de la implementación y los errores, la idea de “educar al soberano” sigue siendo una apuesta a pensar el país que no pierde vigencia.