Un biólogo de Dolores investiga las posibilidades de la corvina rubia en la Costa Atlántica bonaerense
Sebastián García forma parte del equipo del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) de Mar del Plata. “Queremos que se pueda pescar de una manera sustentable”, señaló.
El dolorense Sebastián García es biólogo marino y trabaja en el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) de Mar del Plata. Analiza pesquerías costeras hasta 50 metros de profundidad, donde la corvina rubia es la especie más importante desde el punto de vista comercial.
Desde su lugar de trabajo, García analiza la situación de biomasa de los recursos para asesorar sobre cuánto y cuándo se debe pescar. ¿Cuáles son las especies sobre las que se trabaja? En la zona costera hay 110 especies, de las que las comerciales son el besugo, el pez palo, la pescadilla y la corvina. De esta última se obtienen entre 35.000 y 40.000 toneladas anuales.
En estos días, acaba de regresar de una campaña que tiene como objetivo estudiar los movimientos de esta especie tan característica de la Costa Atlántica argentina a fin de poder colaborar en la determinación, por ejemplo, los indicadores de inicio y fin de la zafra.
“El objetivo final es la conservación del recurso pero a través de un uso racional, no una conservación sin uso”, explica, al tiempo que aclara que el objetivo es “que se pueda pescar pero que los niveles de biomasa se mantengan”.
En este aspecto, el INIDEP “asesora al concejo federal pesquero acerca de la situación de biomasa de los recursos para que puedan tomar mejores decisiones sobre medidas de manejo del recurso”.
Con los datos tomados, el equipo al que pertenece García “calibra modelos matemáticos que predicen el estado de biomasa a 5, 10 y 15 años”.
Acerca de la corvina rubia, están enfocados en “comprobar la hipótesis que dice que la corvina rubia ingresa a principios de invierno por el norte del Río de la Plata y va bajando hasta la Bahía de Samborombón y vuelve probablemente al sur de Brasil”.
Hoy por hoy, en la mesa de los argentinos son otras especies las que están representadas, porque los peces costeros básicamente se exportan. “El principal comprador de corvina es China y los asiáticos”, explicó. “Ellos imponen el tamaño, lo que es un gran problema. Hace algunos años la corvina juvenil, la que entra en el plato, vale más cara que la más grande, que se debe partir en dos”, añadió.
Por supuesto, aclaró García, “no nos gusta que se pesque en tallas menores a la edad reproductiva, porque eso hace a la sustentabilidad del recurso”.
Otros problemas de depredación de la riqueza ictícola se dan en zonas más profundas, especialmente con especies como la merluza, el calamar y el langostino, de las que se extraen hasta 300.000 toneladas. La cuestión central tiene que ver especialmente con el calamar “porque está en el borde del talud, en la milla 200, en el límite con aguas internacionales”.
Allí “muchos países que están depredando legalmente del otro lado del alambrado, podríamos decir, pero es vox populi que ingresan al lado argentino. El tema de las aguas internacionales es un gris en la pesca internacional y habría que darle una solución”, concluyó.