Viernes 22 de noviembre de 2024
02 AUG 2023 - 17:24 | Sociedad
Historias

Chascomús: una pareja volvió a Gándara para transformar el comedor de la legendaria fábrica abandonada en una pulpería

Virginia Costa Soto y Sebastián Cappiello apuestan a crecer con un proyecto turístico en el paraje que se convirtió en un pueblo fantasma luego de la quiebra de la famosa empresa láctea, hace 20 años.

El proyecto se llevará adelante en el comedor de la fábrica Gándara. Buscan darle vida nuevamente al pueblo.

Gándara es un paraje del partido de Chascomús, famoso en un tiempo por su empresa láctea que daba vida al lugar, tanto por las familias que vivían allí como por la cantidad de personas que venían diariamente a trabajar. En 2003, la fábrica cerró y el pueblo se transformó en una sombra de lo que había sido. Hoy no hay allí más de 15 o 20 familias.

Sin embargo, un proyecto turístico se propone dar nuevo impulso al lugar, transformando el viejo comedor de la fábrica en un restaurant que rescate la posibilidad de pasar un fin de semana en la tranquilidad del campo a una hora de Buenos Aires.

En su cuenta de Twitter, Virginia Costa Soto, contó la historia de esta idea que surgió en plena pandemia. “Mi abuelo tenía un tambo en esta zona. Más de 30 años después de haberme ido, volví en la pandemia”, relató.

La primera apuesta de Virginia y Sebastián Cappiello, su esposo, fue por el ecoturismo rural, esto es, hospedaje con fines turísticos amigables con el ambiente. Corría noviembre de 2020 y el espacio al aire libre era un bien más que valioso en tiempos de aislamiento.

“Con dos cabañas instaladas y funcionando, empezamos a notar que al ‘pueblo’ le faltaban muchas cosas. Un lugar donde tomar un cafecito el sábado a la mañana, una cerveza a la tarde, un baño, agua para el mate, espacio donde dejar el auto y sentarse en el campo a respirar. Así fue que nació la idea de La pulpería, explicó.

“Este restaurante de las fotos, fue el comedor de la fábrica de Gándara durante muchos años. Estaba dentro del terreno de mi abuelo y lo manejaban mis padrinos. Me crie ahí adentro prácticamente, pero el cierre de la fábrica terminó con el espacio vacío y derrumbado.

“Cada vez que vamos hay más cosas rotas, la gente partió la bacha, se robó un tubo de gas y los cables, algunos rompen vidrios por deporte, dejan basura y se llevan picaportes. Es un desafío dejar una escoba, se roban todo, dijo la emprendedora en su cuenta.

Pese a todo, la decisión es firme: “Decidimos que este proyecto VA A NACER. Necesitamos desmalezar, pedir un volquete para sacar material, basura, plantas y cosas que hay tiradas. Luego hay que poner protección en puertas y ventanas, alarma, seguro y empezar a arreglar todo”.

Ahora están limpiando el lugar en familia, con su hijo de cuatro años, a la espera de que en el verano o a más tardar en marzo, el lugar vuelva a recibir comensales y Gándara comience a recibir visitantes deseosos de disfrutar el placer de disfrutar del campo.