Viernes 17 de enero de 2025
17 JAN 2025 - 12:06 | Sociedad
Justicia

Crimen de Fernando Báez Sosa: por qué se convirtió en uno de los casos más mediáticos del país

Se cumplen cinco años del crimen del joven a manos de otros chicos de la misma edad. Ocurrió en Villa Gesell, el 18 de febrero de 2025. La autora del libro “Monstruos”, la crónica del juicio, analiza al detalle la historia.

Fernando Báez Sosa fue asesinado a golpes por un grupo de jóvenes de su misma edad a la salida de un boliche en Villa Gesell.

El crimen de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell, del que se cumplen 5 años este enero, alcanzó una dimensión mediática inusitada por lo que, a partir de esto, permite múltiples aristas de análisis. O, mejor aún, bajando toda pretensión sociológica, es la posibilidad de disparar gran cantidad de preguntas.

Una de ellas es por qué este caso en especial tuvo la difusión que tuvo, cuando a cada rato aparecen noticias de hechos similares -jóvenes muertos luego de peleas, muchas de ellas a la salida de boliches- que no se mantienen en las pantallas más allá de los segundos concedidos a las noticias policiales. ¿Qué ingredientes se sumaron aquí para que todos los medios se lanzaran a cubrir el caso desde el momento en que sucedió hasta tres años después, cuando se juzgó y condenó a los ocho acusados? Sin respuesta definitiva, a modo de mero esbozo, vayan algunas conclusiones.

El asesinato de Fernando Báez Sosa se armó con estructura dramática, en el sentido teatral del término. Contó con un escenario atractivo, un momento especial, personajes perfectamente delineados por características antagónicas y un conflicto violento, con elementos de sadismo, machismo y clasismo. Por definición, todo lo que ocurre en verano en la costa atlántica desde Mar del Plata hacia el norte es noticia en este país. Un hecho que suceda en Pinamar, Villa Gesell y la autodenominada “Feliz” tiene muchas más posibilidades de estar en las pantallas que si pasa en otra playa cualquiera. Si acontece en enero, será más noticia que en febrero y en ambos meses, mucho más que de marzo en adelante.

Además, este caso tuvo una particular construcción de los victimarios. Se los denominó desde el inicio como “rugbiers”, y eso los ubicó en una clase social que no suele ser la que puebla las páginas de policiales. No en vano los primeros días, luego de la detención de los acusados, la pregunta fue cómo vivirían en la cárcel. Y pronto circuló un video amenazador que se presentó como el de los presos esperando a los rugbiers.

Se los caracterizó como "los chetos", a partir de la construcción social que inmediatamente se hace de los jugadores de rugby. Pero estos rugbiers son chetos de pueblo. Clase media, hijos de profesionales, de empleados, de un mecánico. Alguno estaba por empezar a estudiar. Como Fernando, que había hecho el CBC en la Universidad de Buenos Aires para empezar la carrera de abogacía.

Chetos y sin piedad: el antagonista perfecto. Capaces de pegar cobardemente, a la cabeza del caído, cinco contra uno. Capaces de anunciar la muerte de una persona con la palabra "caducó", como si fuera un producto perecedero, y de irse a hacer pacientemente la fila para comprar una hamburguesa minutos después de la pelea. Capaces de incriminar y hacer detener a un conocido porque les pareció una buena broma.

Pero sobre todo, la construcción se hizo a través de videos: fue tal vez el hecho policial más filmado de la historia. La joven que le hizo RCP a Fernando cuando estaba tirado en la calle lo dijo claramente en el juicio: todos filmaban, nadie hacía nada. El asesinato de Fernando Báez Sosa fue registrado por cientos de cámaras: las de la seguridad municipal, las de los comercios de la zona, la de Lucas Pertossi, uno de los condenados, pero básicamente las de los muchos peatones que pasaban por el lugar en el momento y, además de curiosear, se pusieron a registrar con sus celulares lo que sucedía y lo subieron a sus redes en vivo.

La videoesfera en la que vivimos se alimentó de la violencia filmada y a partir de allí se generó indignación, se opinó, se analizó, se explicó y se juzgó. La trasmisión de la sentencia que se dictó en Dolores en febrero de 2023 alcanzó un rating de 35.4 puntos, una cifra algo inferior a los 38.4 que había medido la final del Mundial que Argentina le ganó a Francia un mes y medio antes.

A diferencia de las que lamentablemente vemos que se suceden diariamente, la pelea del boliche Le Brique superó a cualquiera de las otras porque el grupo de los agresores modificó el target de los clientes habituales de las noticias policiales y porque la muerte se hizo espectáculo, que es lo que claman permanentemente los medios.

Prácticamente en cadena, todos los medios del país hablaron del caso y ahora, a cinco años del hecho, sigue ocupando horas de emisión y ríos de palabras.

La muerte de un joven de 18 años a manos de otros jóvenes de su misma edad conmociona, sin lugar a dudas. Pero casos de violentas agresiones como la pelea por causas nimias como la que terminó con la golpiza que recibió Fernando suceden -lamentablemente- a cada rato. Pero ocupan apenas unos minutos en los noticieros y pasan pronto al olvido.