Un ingeniero de Dolores que exporta ciencia desde la Argentina a Suecia
Tomás Byrne está haciendo su doctorado en el INTEMA, dependiente de la Universidad de Mar del Plata y el CONICET. En Gotemburgo, lleva adelante un proyecto para probar un material desarrollado en nuestro país. La importancia del sistema argentino de ciencia en tiempos difíciles.
Tomás Byrne es un dolorense que, luego de recibirse como ingeniero en materiales en la Universidad Nacional de La Plata, está haciendo su doctorado en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA) que depende la Universidad Nacional de Mar del Plata y el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas).
Su trabajo está incluido dentro del tema estratégico de energía, nuevas tecnologías y materiales para nuevas aplicaciones. Como parte de sus investigaciones, por estos días está en la Universidad de Chalmers, en la ciudad sueca de Gotemburgo, para probar y llevar adelante más estudios sobre un material que él mismo desarrolló en la universidad marplatense.
Trabajando sobre “polímeros autorreparables de tipo epoxi, para aplicaciones destinadas a manufacturas aditivas o 3D”, Byrne explicó a ENTRELÍNEAS.info que, en el marco de un proyecto de colaboración internacional con varios países que involucra al INTEMA, “tuve la posibilidad de venir a Suecia a hacer mediciones de los materiales que yo hago”.
En este punto, precisó que “hay uno en especial que desarrollé en 2022 y estuve todo el 2023 trabajando en ese, que ahora otros grupos en Italia y Portugal lo están usando. Ahora lo traigo acá porque en Suecia no tienen el conocimiento sobre ese material pero son parte del proyecto”. Es decir, agrega Tomás, “vengo a enseñarles mi sistema, mi tipo de polímero por si ellos lo quieren usar en aplicaciones”.
En medio de un debate intenso que se da en nuestro país sobre la utilidad de la universidad pública y la inversión en ciencia y tecnología, Byrne señaló que “en nuestro grupo tenemos mucha expertise en ese tipo de polímero; hay diferentes composiciones para crearlo pero hay una específica que yo optimicé –es decir, saber cómo hacerlo y tener trazabilidad sobre el proceso– y ventajas que nosotros encontramos que no estaban publicadas”.
Esto demuestra que la ciencia argentina está en condiciones de hacer grandes aportes en el contexto científico internacional. Frente al cuestionamiento y las restricciones que han afectado fuertemente a nuestro sistema de ciencia y técnica, el ingeniero dolorense dijo que “a veces me levanto y me enojo muchísimo; es fácil criticar cuando no se conoce. Me ponen muy mal los recortes que tenemos. Los despidos de administrativos, sobre todo: yo sé hacer lo que hago, no llenar formularios de compras internacionales o de recursos humanos. Eso en Mar del Plata nos pega muchísimo”.
Tomando en cuenta su propio caso, sostuvo que “cuando dicen ‘para qué hacerlo si lo podemos traer de afuera’ me enoja también, porque esto no lo podrían haber traído de afuera, porque no lo hacen en otro lado. Nosotros exportamos ese conocimiento”.
“Yo también vengo acá a traer conocimiento, además de llevarme el de ellos. Esto te da la pauta de que el nivel de la ciencia argentina es muy importante”, enfatizó, al tiempo que recalcó su condición de egresado de la universidad pública.
Ahora, desde Suecia, un país de gente solitaria y mucho más cerrada según su apreciación, enumera sus expectativas: “Hacer varios experimentos con mi material, que de todo eso resulte alguna publicación o alguna utilidad, algo que se pueda vender, hacer contactos y que los suecos se puedan quedar con la imagen de qué es un argentino, cómo trabaja, cuánto sabe y cuánto vale (ese trabajo)”.