“El arte siempre busca la excelencia, aunque sepas que no lo vas a conseguir”
Raúl Porchetto visitó La Costa y conversamos con la templanza que le dan 47 años de trayectoria y vigencia.
"La música arregla todo”. Una frase que lo pinta de cuerpo y alma a Raúl Porchetto, un compositor e intérprete que tuvo mucho que ver con el nacimiento y el fortalecimiento del rock nacional. Enorme personalidad, que no necesita alzar la voz para hacerse oír y deja pensando a quien lo escucha. Un ser fuerte, convincente, a pesar de su corta estatura y su voz eternamente aniñada.
A punto de cumplir 69 años mantiene una energía envidiable producto de su vida espiritual, ferviente devoto de la Virgen de San Nicolás. “Sufrí algún que otro comentario porque si yo decía que era devoto de la virgen pensaban que estaba hablando de la Iglesia, y la Iglesia había estado con la dictadura... la ignorancia es atrevida”, asegura Porchetto, quien en 1971 lanzó su primer disco: “Cristo Rock”. Es más, no suele contarlo pero en el 81 fue víctima de la dictadura en un recital en Río Cuarto por su repertorio de canciones “de paz”. Estuvo un día desaparecido y también sufrió amenazas y prohibiciones en plena Guerra de Malvinas por su bella canción “Reina Madre”.
En su vuelta a los escenarios porteños y una gira programada para recorrer el país, también volvió a tocar en La Costa, en los festejos del Día de la Primavera, donde presentó su nuevo disco: “Sombras en el cielo”, que le demandó dos años de producción y donde participan Juanse, Botafogo, Gabriel Pedernera de Eruca Sativa, Rolo Sartori de La Beriso y su hermano del alma, León Gieco.
“Con León hacemos tres temas y en uno vamos relatando en canción lo que vemos en el camino “De Mercedes a Cañada”, es de decir de mi pueblo al de León. No es un personaje mediático y rechaza invitaciones a los programas de TV ni da notas con los medios si no tiene nada que presentar. “Ser músico en nuestro país es pasión y amor y si con esto podés hacer tu forma de vida, bueno, es un regalo. Y este nuevo disco trata de lo que estamos viviendo hoy como músicos, o lo que sucede con los maestros, los científicos, son momentos muy complicados y siempre estamos remando en un pantano. Este disco me motiva, estoy cerca de los 70 años y es muy rockerito, como un volver a los orígenes”, destaca el autor de “Bailando en la vereda”, que tuvo el honor de grabarlo también con la voz inmortal de Sandro.
Ante el avance en el gusto de los adolescentes por el reggaetón y temas de cumbia con letras obscenas, Porchetto confiesa que “en tiempos donde todo parece que debería ser burdo, grotesco, violento, hace falta música y poesía. Y fundamentalmente buscar el arte ante todo. Porque el arte siempre busca la excelencia, aunque sepas que no lo vas a conseguir. Y en esa búsqueda constante somos los adultos los que tenemos que confiar en los jóvenes que están desorientados. Porque nosotros al ser adultos nos adulteramos cuando vamos creciendo. Decimos una cosa y hacemos otra, en el rubro que sea. Como bien dijo Gandhi cuando le preguntaron qué mundo imaginaba. Y respondió ´ser mejor persona y tratar de cambiar en lo que hago, porque así el mundo será un poquito mejor´, analiza el músico que en diciembre sufrió un ACV isquémico y en marzo último, un pre infarto. “Todo por la intensa producción del disco, no puedo dejar de ser obsesivo y una cosa es armar un disco a los 30 y otra distinta cerca de los 70”, agrega sin dramatizar y con una paz interior antes de salir a escena en el Multicultural de San Bernardo, mientras su banda lo espera en el camarín con sandwichs de miga, gaseosas y un whisky para amenizar la espera.
Recuerda una época del rock nacional que quedó inmortalizada para todas las generaciones: Porsuigieco, que se formó a principios de los 70 con Porchetto, Sui Generis (Charly García y Nito Mestre) y León Gieco. “La idea fue de Charly y el nombre iba a servir para darle forma a una editorial que queríamos fundar, pero eso quedó en el camino”, rememora quien de joven abandonó sus estudios de abogacía en la Universidad del Salvador por diferencias con un docente y descubrió la música como forma de vida sin respetar el mandato familiar. Porque la música arregla todo.